Gracias amigos por compartir el retuiteo.

Desde el viernes, ya son 41 amigos que han visitado esta humilde casita en el árbol para compartir un momento de retuiteo. La mayoría son entrañables amigas y amigos de mi papi en Twitterland, por lo cual me ha aconsejado que los lea con sumo interés, ya que voy a poder aprender como cancha con ellos, tal cual él lo hace a diario.  Pero también están los que han llegado por algunas recomendaciones y que se han animado a followear, para ver a qué jugamos y disfrutar de algunas aventuras en el timeline, al estilo de Pocoyó y sus amigos, el chico azul de 2 años que ves arriba.

Espero que todos nos divirtamos mucho tuit a tuit. Y que hagamos de cada retuiteo una gran aventura, tomando a Twitter como lo que es, un juego que recién está siendo probado por la gran mayoría de los que estamos. Sin angustiarnos por saberlo todo. Sin tantas métricas. Sin ahogarnos en aplicaciones. Sin miedo de meter la pata. Sin ponernos camisas de fuerza. Tan solo con entusiasmo, respeto y cariño.

“Lo que has escrito suena algo simplón, idealista e infantil”, comentó mi padre cuando le dió una chequeada a mi post. Le respondí que había hecho mi tarea, leyendo el origen de Twitter, Google y Facebook y que eso fue exactamente lo que encontré en común: espíritus juguetones y brillantes que se dedicaron a jugar lo que se les había ocurrido con pasión, sin complicarse la vida y hacerse bolas, casi casi como Pocoyó y sus amigos.

Mi padre se quedó callado por un momento. De pronto, soltó una sonrisa y asintió. Y se fue caminando con las manos juntas detrás de la cintura, como pensativo. Já, creo que sin querer, lo terminé bajando de su nube 2.0. Esa densa nube que atemoriza al recién llegado, haciéndolo pensar erróneamente, que cayó en un juego inentendible, demasiado aburrido y complicado. 

Nuevamente, muchas gracias. 

Que tengas un buen retuit,

R.Tuiteando :)